Lo primero decir que el edificio de Tabacalera se encuentra en la calle de Embajadores, que es patrimonio histórico, y que está catalogado como Bien de Interés Cultural.
Daremos unas pinceladas a sus orígenes, y diremos que fue comprado en 1781 por la Real Hacienda de su Majestad a la Comunidad de Clérigos Regulares de San Cayetano, y fue terminada en 1790.
Empezó siendo la Real Fábrica de Aguardientes y naipes, pero duró muy poco ya que la fabricación del aguardiente se le concedió a la condesa de Chinchón(de ahí el nombre del anís), y las barajas a Heraclio Fournier.
En 1808, estando cerrada, el ejército de Napoleón aprovechó y se alejó allí. Un ejército que a parte de otras materias trajeron hojas de tabaco para autoabastecerse, pero no sabían convertirlas en cigarrillos, así que ante la necesidad y sabiendo que existían en el barrio talleres clandestinos de tabaco, Napoleón decidió convertir el edificio en la Real Fábrica de Tabacos.
Y ahora es cuando empieza lo bonito y duro a la vez, donde el personaje principal de esta historia aparece, y es que sacadas de esos talleres clandestinos y contratadas por la fábrica, comenzaron a trabajar casi un millar de mujeres conocidas como las “cigarreras
”. Mujeres hechas de otro material, mujeres que marcaron la historia de Madrid.
En 1983 pasaron de 800 a 3.000 cigarreras, y en 1890 llegaron a ser más de 6.000.
El centro se adaptó para que ellas pudieran atender a sus hijos, creándose así salas de lactancia, habitaciones con cunas y camas, y más tarde el barrio de Lavapiés con colegios, residencias…
¿Por qué mujeres hechas de otro material? porque trabajaban duras jornadas, con temperaturas a veces de frío y calor extremas, al principio no contaban ni con aseos para mujeres, tenían que soportar el mal olor que soltaba el tabaco al sacarlo de los hornos a altísimas temperaturas, y con un volumen y ritmo de trabajo exagerado, y a pesar de todo eso lo cuidaban con esmero, pues los puestos de trabajo eran hereditarios.
Gracias a la unión y al apoyo entre ellas consiguieron salir adelante, y es en 1830 cuando realizaron el primer levantamiento organizado de la ciudad, reivindicando una mejora salarial y laboral.
Es el siglo XX cuando empiezan a formarse políticamente y a crear hermandades manifestándose en público, convirtiéndose así en el prototipo de mujer obrera que luchaba por defender sus derechos. Crearon su propio sindicato y hasta fundaron un periódico llamado “Unión Tabacalera”. Terminamos nuestro humilde homenaje fumandonos un cigarro y con un….ole tu coño !!! a esa “cigarrera”, a esa mujerona fuerte, pionera, adelantada a su época, valiente.
Y si la história os ha conmovido igual que a nosotras, os invitamos a que vayáis a conocerlo en persona, y os dejéis enamorar por este edificio que quedó abandonado durante diez años en el 2000, y que ahora es un maravilloso centro cultural que acoge diferentes actos culturales como exposiciones de fotografía, pintura, escultura, teatro, música, talleres…..y un sin fin de actividades todas maravillosas.